lunes, 11 de mayo de 2020

Es cosa de “tiempo



Me atrevo a decir que antes de que apareciera el Covid-19 pasaba lo que nos narra el evangelio de Mateo (24, 37ss) en el que se nos recuerda: “cuando venga el Hijo del hombre sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron el diluvio, la gente comía, bebía y se casaba hasta que Noé entró en el arca…”.

La rutina y el tedio; la costumbre y el apresuramiento han convertido la vida del hombre de hoy en una noria existencial. La misma dinámica de la vida que nos hemos dejado imponer desde afuera nos pueden convertir en máquinas insensibles que actúan sin pensar. Es como introducirnos en una pista de carrera en la que lo que importa es llegar a la meta a cualquier costo; es como estar inmersos en una carrera a contra reloj.

Muchos se estaban convirtiendo en máquinas y se habían olvidado de vivir. A muchos les hubiera gustado que el día tuviera más horas de las que tiene porque el tiempo no les alcanzaba para cumplir y honrar sus compromisos. En fin, el tiempo se convirtió en la excusa perfecta para hacer solo lo que en verdad queríamos.

Una vez escuché a un sacerdote decir que su trabajo pastoral (¿activismo?) no le daba tiempo ni para rezar y es que, paradójicamente, hay demasiada gente que no tiene tiempo para hacer lo que debe o tiene que hacer…, pues bien, una de las cosas que me ha enseñado esta pandemia es que el tiempo es lo que yo hago de él.

Definitivamente tengo y tendré tiempo para lo que me gusta. El tiempo es la dedicación y el empeño que yo pongo en las cosas. Es una cuestión que depende más de la voluntad de quien actúa que de las circunstancias que envuelven al sujeto que obra. Quien antes de esta pandemia no tenía tiempo para estudiar tampoco lo tendrá ahora a pesar de la cuarentena y el encerramiento; quienes no tenían tiempo ayer para acompañar a sus hijos y compartir con su familia de seguro encontrarán cualquier excusa para no hacerlo tampoco ahora a pesar que ya no ejecutan la misma rutina; quienes ayer no podían rezar ni dedicarle a Dios un tiempo porque no lo tenían, ahora tampoco lo harán porque en definitiva no les apetece. Siempre habrá tiempo para lo que queremos.

​Ciertamente que la vida no podrá seguir siendo la misma después de esta pandemia. Muchos aprenderán la lección y saldrán más fortalecidos de esta situación, pero otros en cambio seguirán igual o peor que cuando surgió. La humanidad tiene una oportunidad de cambiar su ritmo de vida, ojalá y sea aprovechada por la gran mayoría de los hombres. Le ruego a Dios me ayude a administrar mejor mi tiempo que es uno de los tesoros que de su bondad he recibido; le pido me permita no solo una larga vida en este mundo, sino también la sabiduría suficiente como para aprender y disfrutar de él procurando todo el bien posible para quienes me rodean incluyendo la misma creación.


Pbro. David Miguel Trujillo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario