jueves, 23 de noviembre de 2017

El Adviento: tiempo de espera y peregrinaje en el amor

En la espera del advenimiento


El primer domingo de diciembre nuestra Iglesia Católica inicia un nuevo tiempo en el año litúrgico, es el principio de un nuevo recorrido que hacemos unidos como hermanos en la fe por la vida de Jesucristo Nuestro Señor, por su camino de fe y servicio, por su camino de amor.

El año Litúrgico inicia con una temporada llena de calidez, amor y esperanza, es el Tiempo de Adviento, el tiempo de espera del advenimiento, de la llegada del Salvador. Toda la Iglesia se prepara para recibir al Hijo de Dios hecho hombre, el niño que vendrá con gloria y poder a liberarnos de la esclavitud y la opresión del pecado.

Es el tiempo propicio para reflexionar sobre nuestra vida cristiana y el cómo la estamos viviendo

¿Somos verdaderos cristianos? ¿Vivimos una fe sincera, caritativa, misericordiosa? ¿Estamos realmente preparados para encontrarnos con el Señor? Adviento es tiempo de preparación para recibir al Señor, así como limpiamos y decoramos nuestros hogares, debemos también limpiar nuestros corazones de toda impureza y abrirlos gozosos a la llegada del Redentor. 


Renovar el alma desde la oración, el servicio y la constante conversión. 




En Adviento recibimos el anuncio de un nacimiento que trae la luz al mundo, vivimos la espera ansiosa, alegre y gozosa del amor verdadero que nace en un pesebre, redescubrimos la centralidad de Jesucristo en nuestra historia humana, en la historia de la salvación, revivimos con su nacimiento la dicha de sabernos amados por Dios Padre y comenzamos nuevamente a comprender el grado profundo del amor oblativo de Cristo que viene al mundo y se entrega no sólo por obediencia sino por amor a la humanidad. 

Tiempo de preparación

Pero Adviento no es sólo recordar el nacimiento del Señor, en este tiempo nos redimensionamos y nuestro mirar al futuro obtiene un matiz más trascendente pues es también la preparación para esa llegada definitiva de Cristo en la Parusía, en esa segunda venida que todos esperamos y a la cual nos dirigimos como pueblo peregrino que camina unido en la espera escatológica.

De igual modo en adviento vivimos el Misterio de la Encarnación de Cristo en María Virgen y Pura y nos adentramos en el misterio de la Maternidad Divina. Jesucristo y María son el eje central de este tiempo, junto a ellos nos comprendemos como Iglesia, esa comunidad unida que vive y espera la llegada del Salvador por medio una Madre ejemplar y fiel que con su “Fiat” abre las puertas de la Salvación.

Ahora bien, el tiempo de adviento consta de cuatro semanas marcadas desde hoy hasta el domingo previo a la Natividad del Señor, en cada uno nos esforzamos por trabajar espiritualmente y guiados por la liturgia un aspecto esencial de la vida de fe, así al 1er. Domingo corresponde la vigilancia, al 2do. La conversión, al 3ro. El testimonio y al 4to. El Anuncio.


Una forma sencilla y tradicional de guiarnos durante este período es con la Corona de Adviento, de origen pagano pero que simboliza el amor infinito de Dios, con ella experimentamos el tiempo cíclico de espera y transformación interior que vamos viviendo semanalmente con cada domingo de adviento hasta el día de la Natividad, momento en que nuestras almas saltan de júbilo por el encuentro con Jesús, el sol que ilumina nuestras vidas y que nos libra de la muerte del pecado.

Tiempo de amor


El Adviento es así un tiempo perfecto para reencontrarnos con el amor de Dios en nuestros corazones, pero más aún para vivir ese amor con el prójimo, con el hermano, porque así como Jesús vino al mundo y se entregó por amor, nuestro ideal de vida cristiana es ese, darnos al otro en amor sincero en amor de hermanos, acercarnos al otro en sus realidades concretas y apoyarles desde la misericordia y la caridad no sólo momentáneamente sino con la conciencia de que desde esa solidaridad podemos ayudarle a construir un mundo mejor para él y para todos. 



Finalmente, el Adviento es pues el tiempo por excelencia para vivir el perdón, la alegría, el gozo por el encuentro con el ser amado que no es otro que Jesús “El sol que nace de lo alto”, es el tiempo para vivir la fraternidad, el gozo de dar y darse a los demás en el servicio. Es tiempo para hacer reinar la Justicia y la Paz, para ser nosotros mismos agentes de cambio, constructores de la paz. Es tiempo pues de amor, vivir el amor desde ese amor que Cristo nos ofrece.


Redacción: María Luisa Angarita
Pastoral de Medios de Comunicación
Parroquia "La Resurrección del Señor"

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