martes, 27 de febrero de 2018

¡Qué resucite Cristo!



Hacía un calor insoportable… era el sábado santo y tenía que celebrar la vigilia Pascual. Me había preparado para comunicar a todos la gran alegría de la resurrección del Señor.


Bendije el fuego, se leyeron las lecturas que hablaban de la creación del hombre y de la liberación del pueblo de Israel del dominio Egipto y que viene a ser como el prototipo de nuestra liberación; es decir, la liberación que experimenta el hombre al verse salvado por Dios, nuestro Señor mediante las aguas del bautismo.






Lo cierto fue que bendije el agua como siempre se hace en esta ceremonia, pero cuando pedí que elevaran las vasijas noté igualmente que también algunos -la minoría- portaban plantas y otras cosas que no venían al caso.

Por lo general soy bastante observador, así que llegué a la conclusión de que aquellas personas no las había visto más que aquella noche.

-Estoy en un dilema - dije-, por una parte me siento obligado a hablar acerca del gran acontecimiento que hoy celebramos, lo que me ha de llevar a comunicar alegría y gozo, pues la salvación nos ha llegado: ¡Cristo ha resucitado!.

Pero, siento sin embargo, una gran desilusión; me siento como si todo lo que hemos dicho y realizado durante esta Semana Santa ha sido en vano. Siento en mi corazón una gran tristeza al darme cuenta que mi gente, esa por la que tanto lucho y a la que tanto amo, sigue sumida en la peor de todas las enfermedades, la ignorancia y la superstición.

Una ignorancia que le lleva a pensar un absurdo: a creer que sin mover un dedo todos los problemas se solucionarán como por arte de magia.


Cuaresma camino de preparación


Durante este tiempo de cuaresma quiero reflexionar sobre este tema, ya que aún sigo observando mucha ignorancia religiosa en el pueblo cristiano.

Este tiempo nos tiene que ayudar a crecer en la fe verdadera y eso implica alejarse de todo aquello que huela a superstición.

La cuaresma es camino hacia la pascua. La idea es dejar al hombre viejo y renacer al hombre renovado en Cristo resucitado. Parte de esta dinámica de conversión implica dejar a un lado esas creencias supersticiosas que aún existen y que se manifiestan especialmente en este tiempo.

La superstición nos ahoga en un mar de desidia, de incompetencia e intolerancia; nos aleja del plan de Dios que como cristianos estamos llamados a seguir.

No es excusa el libre albedrío, porque la hechicería, la santería, el sectarismo, la superstición; entre otras prácticas nefastas, no son obras de Jesucristo, de ese Dios resucitado hecho hombre y que se sacrificó por nuestra salvación. 



Queridos hermanos, es tiempo de aprender, de ser felices y regocijarnos en la Palabra de Dios, de estar en comunión con Dios. Tiempo de vivir verdaderamente la cuaresma desde un espíritu de reflexión y transformación.



Pbro. David Trujillo. 
Párroco. 
Parroquia “La Resurrección del Señor”

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