martes, 6 de marzo de 2018

¿Y después qué?



No predigo el futuro ni deseo caer en ese juego. Sólo sé que más temprano que tarde toda esta situación acabará. De una y otra manera saldremos de la crisis en la que estamos sumergidos.

Cada vez estamos más cerca de ver el final de este drama, ya que es insostenible el modo de llevar la vida pública de este país.

Ahora bien, cuando todo esto termine, ¿qué va a pasar?; ¿y después qué? He ahí el título de esta reflexión.

Quisiera exponer mis ideas en formas de tips para así iluminar lo mejor posible mis pensamientos, veamos: 


- Dicen que en los momentos de crisis es donde el ser humano saca lo mejor y lo peor de sí. Si es verdad que hemos visto desmanes e injusticias, también es verdad que hemos podido observar cosas buenas o por lo menos podemos sacar grandes enseñanzas de toda esta debacle.

- Una de las cosas que me llama la atención es la cantidad de personas que se han acercado a Dios. Considero que lo que está pasando nos está ayudando a volver nuestra mirada a nuestro Creador.

- La oración se ha hecho presente en nuestro cotidiano vivir y eso es positivo.

- Sé de otros tantos que se las han ingeniado para sobrellevar la crisis y se han tenido que ajustar a lo que hay.



- Antes éramos derrochadores y manirrotos, hoy valoramos las cosas que tenemos porque conseguir otra se nos hace cuesta arriba. Eso es positivo.

- También veo que, si algunos se aprovechan de la situación, no obstante muchos se han vuelto más humanos ante el dolor ajeno. Veo con alegría que ante la carencia nos hemos organizado para atender a los más urgidos.


- Hay gente que comparte con sus familiares y amigos necesitados aquello que incluso necesitan para ellos mismos. Eso se llama solidaridad. Esta virtud nos permite sensibilizarnos y padecer con el que sufre. Nos hace más humanos y convierte este mundo en un pedazo de cielo.

- El que hayamos visto partir a nuestros seres queridos a otras tierras nos ha ayudado a crecer como personas y a valorar a quienes a veces aquí olvidábamos. Quienes aquí nos quedamos ahora les extrañamos y siempre están en nuestras plegarias (jamás orábamos por ellos cuando les teníamos cerca).

- Quienes han partido también han crecido. Ahora valoran más y hasta se comunican más con aquellos que aquí dejaron (es posible que mientras aquí estaban ni siquiera se hablaran).

- En donde se encuentran están centrados en trabajar para mantenerse ellos y ayudar a quienes aquí están pasando penurias. En esos lugares hacen lo que aquí jamás hicieron porque siempre tuvieron a “mami” o a “papi” que lo hacían por ellos. Esta cruda realidad les ha hecho crecer como personas. Ahora se valen por ellos mismos.

- A todos lo que han partido además de darles la bendición, les he aconsejado que dejen la puerta abierta. Los vamos a necesitar para reconstruir y levantar de las cenizas a nuestra amada Venezuela porque, aunque nos cueste un mundo:
¡Venezuela volverá a levantarse de su postración y se elevará aún más alto de lo que nunca antes ha estado!. 

Todo esto será posible con el concurso y participación de sus hijos, tanto los que han partido como los que aquí nos hemos quedado.


Una cosa debemos tener presente: no podemos acostumbrarnos a vivir de este modo. Y una vez que salgamos de esta situación no podemos volver a ella. Sería tanto como haber perdido el tiempo y no haber sacado una enseñanza de lo malo que nos ha pasado.


El hombre creyente es el que se eleva en vilo donde los que no creen se sumergen para no salir.



Pbro. David M. Trujillo U.
Párroco
Parroquia "La Resurrección del Señor"

No hay comentarios:

Publicar un comentario