Ante el término de “Ancianos” algunos abuelitos tiemblan, otros rezongan y algunos pocos se alegran asumiendo con valentía el color de sus cabellos de plata.
Lo cierto es que nuestros abuelitos son esos seres de luz y amor que vinieron a abrirnos camino ante la vida.
La vejez, es una etapa trascendental de la vida a la que todos llegaremos en un momento dado, es una época para disfrutar los logros ya realizados, para cosechar los frutos de toda una vida de trabajo y de amor.
No son muchos quienes gozan tener a abuelos y bisabuelos aún con vida, y quienes los tienen quizás desconocen la riqueza de conocimientos, experiencias y amor que pueden transmitir.
Son fuente de consejos para quien busca una guía, fuente de amor y cariño para quienes se acercan a conversar y hasta fuente de dulces y golosinas para los nietos y bisnietos. Son nuestros abuelos y padres. Personas que dedicaron sus vidas para que nosotros pudiésemos forjar las nuestras.
En retribución por su dedicación, lo menos que podemos hacer es orar por ellos, elevar a Dios Padre nuestras plegarias porque su vida en esta tierra esté colmada de felicidad, de amor, de gozo y paz.
El Papa Francisco nos exhorta: “Cuánto quisiera una Iglesia que desafía la cultura del descarte con la alegría desbordante de un nuevo abrazo entre los jóvenes y los ancianos.” (A.L. #191)
Seamos partícipes de esta iglesia que acoge con amor a sus ancianos y unámonos en oración por ellos, como un pequeño obsequio para sus almas colmadas de experiencia.
Hoy te invitamos a orar por ellos en el 4to día de Novena a Nuestra Señora de Fátima y en la Santa Misa presidida por el Padre Enrique Torres a las 4 pm.
¡Te esperamos!
Imagen: Larry Alvarez
Texto: María Angarita
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