Una vez un profesor me habló de “aprender por contraste”. Me dijo que cuando viera un defecto en alguien me preguntara si yo no lo tenía también. He tratado de seguir sus enseñanzas no siempre con el éxito deseado. Con demasiada frecuencia caigo en aquello que critico en mis semejantes. Pero lo que me motiva escribir estas líneas es solo el uso de ese principio. Con el tiempo he aprendido que nuestras madres también nos enseñaban a aprender por contraste y nos ordenaban hacer exactamente lo que NO QUERÍAMOS que hiciéramos. Por ejemplo cuando nos montábamos en un árbol y nos decían: “súbete más arriba y cáete…” Ciertamente que nos estaban diciendo que nos bajáramos lo antes posible. Pues bien, hoy quiero invitarles a aprender por contraste y lo que deseo es enseñarles cómo se forma a un delincuente. NADIE en su sano juicio quiere tener un hijo delincuente o malhechor, no obstante, estoy seguro que muchos padres se verán retratados en los tips que coloco a continuación. Es más, hay quienes este daño lo están haciendo muy bien. A continuación les digo lo que, según mi experiencia, es el decálogo para formar un delincuente:
1-. Complazca a su “niño” en todo cuanto le pida. Jamás le diga “no” a sus caprichos. Recuerde que a usted la vida lo trató mal y que su hijo no puede pasar los trabajos que a usted le hicieron pasar. Además estamos en otros tiempos en donde todo es posible y todo está al alcance de la mano. No sería justo que el hijo del vecino tenga cuanto se le antoja y el suyo se tenga que conformar con la sobra.
2-. Acéptele todas sus amistades. No se interese con quien anda o las amistades que frecuenta; recuerde que desde temprana edad él tiene derecho a escoger a sus amigos. No le imponga jamás estereotipos sociales que le ayuden a ser él mismo. Es importante que él se vaya dando cuenta de su entorno sin ayuda de nadie.
3-. Jamás le exija responsabilidades. Enséñele que en la vida todo es gratuito y que lo único que tiene para con los demás son derechos y no deberes ni obligaciones. La mejor manera de formar a un hijo como delincuente es convertirlo en un parásito y hacer que todo su tiempo se pierda en el ocio.
4-. No permita que desde niño se sacrifique por lo que quiere. Hágale ver que el esfuerzo es contrario y contraproducente para un “triunfador”. Hágale ver que aquello de: “ganarse el pan con el sudor de la frente” es sólo para quienes dicen creer en Dios y por eso mismo viven enajenados y fuera del contexto del mundo moderno. La sociedad en la que vivimos es la del facilismo y la de la viveza criolla. Estúpido es quien se esfuerza pudiendo obtener las cosas robando o engañando a los demás.
5-. Deje que desde niño le falte el respeto. Si le grita no le reprenda: coarta su libertad. Si le alza la mano, déjese golpear, recuerde que son cosas de niños y que si lo evita repercutirá luego en el futuro en su aprendizaje delictivo. Es más, defiéndalo siempre delante de aquellos que le acusan o de quienes se quejan de él. No olvide darle siempre la razón a él delante de los demás.
6-. No se preocupe por la hora de llegada a casa, ni se moleste en saber en qué pasos anda y dónde se encuentra. Él sabe lo que hace. La calle es y será siempre el mejor laboratorio en donde se forman los delincuentes y no hay mejor caldo de cultivo o mejor ambiente en el que se pueda crecer como vago o como malhechor.
7-. Cuando porte consigo algún objeto de valor a casa no le pregunte de dónde lo sacó. Mejor es animarlo a que siga trayendo esas cosas que se “encuentra” en la calle. De ese modo le estará motivando a tener desde pequeño “sentido de pertenencia”.
8-. Jamás hable con su hijo sobre droga, violencia y sexo. ¿Para qué? Seguramente encontrará en la calle gente más informada que Ud., que lo instruya mejor. Además lo importante es que a su hijo no le falte nada material. Su responsabilidad con él como padre o madre no lo convierte en un consejero ni en un amigo. Éstas son estupideces que nos quieren hacer creer quienes nunca han sido padres. Un delincuente será en gran medida, el resultado de la soledad de un joven para quien jamás hubo tiempo porque había otras cosas más importantes que él como el trabajo, la televisión o los amigos.
9-. Discuta, pelee y ofenda a su pareja delante de sus hijos. De ese modo le estará dando un ejemplo a seguir para su vida matrimonial. Haga ver que el mejor hogar es aquel que se asemeja a un infierno en el que prevalece la desconfianza, el rencor, la violencia y la venganza. Todo esto podrá darles a los hijos una personalidad insegura e inestable de la que luego otros se beneficiarán en el aprendizaje delictivo de sus hijos.
10-. Y lo más importante: enséñele a vivir de espaldas a Dios. No le inculque los principios cristianos ni se preocupe porque respete a su Creador si al fin y al cabo eso no le servirá de mucho cuando termine sus días en el cementerio o en los centros penitenciarios.
Pbro. David Trujillo
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