viernes, 22 de mayo de 2020

Necesidad de reinventarse



Para estas líneas quisiera tener de fondo la parábola de los talentos (Mt. 25, 14ss) en la que se les reparte cierta cantidad de talentos a tres personas distintas. Basados en la parábola podríamos concluir:

.- A todos se les dio talentos pero no se les dio la misma cantidad de talentos a todos. Así es que puede ser que yo no sirva para todo, pero para algo sirvo. Hay que descubrir cuáles son mis fortalezas y aquella virtud en la que me destaco.

.- Había un tiempo (hasta el regreso del amo) en el que se tenía que poner a trabajar con dichos talentos. Ese tiempo no lo decido yo, me viene impuesto. Así que es hoy y ahora mismo en que debo poner manos a la obra.

.- Lo que el amo reclamará no es el fruto en sí del trabajo sino el trabajo o esfuerzo que se pone en producir los frutos. De hecho la razón por la que se condena al tercero de los beneficiados no fue por haber devuelto el talento que recibió, ni si quiera por no haberlo entregado con los intereses, sino por haberlo enterrado y no haber hecho un esfuerzo para que producir. Es decir, por su flojera y comodidad.

Ahora bien, en estos días de cuarentena obligada hemos podido observar nuestra vulnerabilidad como sociedad, pero también como familia. Es normal que, como ciudadanos dependamos en el campo económico casi exclusivamente del ejercicio de nuestra profesión.

Ciertamente que no sabemos todos los oficios, pero sí es posible reinventarnos en lo económico y abrir nuestras mentes a nuevas posibilidades. Hay cosas en mí que aún no he descubierto que pudiera aprender y emprender. Mientras menos dependientes seamos de un solo trabajo más segura tendremos la victoria de esta crisis.

Es esa idea la que me mueve a escribir estas líneas. Deseo compartir con mis hermanos algunos tips que pudieran ayudarnos a salir bien parados y fortalecidos de esta situación.

1.- Sería bueno que por comunidad (edificio, vecindario, calle…) nos organizáramos para paliar la situación de quienes menos tienen. Se podrían organizar colectas de comida o medicina entre los vecinos más pudientes para tenderle la mano a quien se encuentra en peor situación. Eso sería un testimonio de solidaridad cristiana.

2.- En nuestras comunidades existen personas muy capaces y dispuestas a echar una mano. En este sentido les invito a formar un equipo de trabajo con el que se puede elaborar proyectos basados en la situación real de cada zona y se preste una ayuda a la comunidad y a quien de verdad está más urgido.

3.- ¿Con qué contamos en nuestra comunidad? ¿Qué recursos hay que se puedan emplear en algún proyecto? Si existe un espacio apto y una infraestructura mínima para que se lleve a cabo uno o dos días a la semana la feria de la hortaliza o venta de algún producto de la zona eso ayudaría mucho. Se les pediría a los vendedores precios populares para la comunidad y hasta una colaboración del producto que ofrecen para los ancianos y enfermos; si se dispone de algún terreno sin uso no vendría mal un huerto familiar e incluso se puede pensar en la posibilidad de tener animales para el consumo y hasta para la venta. Estoy seguro que encontraremos familiares y hasta vecinos dispuestos en ayudar desinteresadamente.

Lo que importa es que no permitamos que la crisis nos arrope y nos quedemos con los brazos cruzados viendo cómo se hunde la nave. Les invito a unirnos como un solo hombre para que salgamos de todo esto mucho más fortalecidos. Definitivamente hay que reinventarse.


Pbro. David Trujillo

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