Con este epígrafe deseo agrupar a algunos de mis artículos que pretenden hablar de ciertas ideas que se desprenden de las parábolas de Jesús. En efecto, Ideas Parabólicas lo que pretende es recoger y reflexionar sobre algunas parábolas que domingo a domingo aparecen en el evangelio. La primera parábola será la del Trigo y la Cizaña. El orden de estas reflexiones viene dado por el domingo ordinario del ciclo A que es en el que nos encontramos al momento de escribir. En este caso estamos hablando del domingo XVI en el que se nos presentan tres parábolas emblemáticas y a las que deseo abordar en los próximos días.
1.- Introducción.
Esta parábola es una de las llamadas parábolas del Reino. Ellas conforman un grupo de parábolas que tratan de explicarnos no qué es el Reino de los cielos que Cristo vino a traernos, sino más bien cómo es ese Reino que él mismo inaugura. La razón es sencilla, el Reino de los cielos no es otra cosa que la irrupción de Dios en la historia de la humanidad. Es Dios mismo que se hace presente y eso no se puede definir, sino en todo caso lo que podemos hacer es describirlo. Es decir, con cada parábola lo que se pretende es mostrar un aspecto de una realidad inabarcable. Por otro lado, la razón por la que se habla en parábola es, según San Mateo, para que se cumpliera la profecía del antiguo testamento. “Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré los secretos desde la fundación del mundo” Pero además considero que la parábola es un recurso literario fácil y ameno con el que se transmite una enseñanza y se capta la atención del interlocutor porque el evangelio está diseñado para ser entendido por niños o gente de sencillo corazón.
2.- Mientras la gente dormía.
Esta expresión me hace mucho ruido. En el campo del Señor somos muchos los aún permanecemos dormidos y mientras nosotros dormimos los enemigos del Reino están “trabajando”. El mal no descansa. Ahora mismo viene a mi cabeza la situación por la que estamos pasando en Venezuela y no me resta más que reconocer que en gran parte todo cuanto acontece se debe a que la “gente buena” se ha quedado dormida. En el mundo hay quienes lo malo lo hacen muy bien y quienes lo bueno lo hacen mal. Duerme aquel que se hace el indiferente ante la maldad que ocurre a su alrededor; quien calla ante las injusticias que se cometen solo porque no es él el afectado; quien por miedo a perder el puesto de trabajo o algún privilegio se anula a sí mismo creyendo que sus acciones no harán la diferencia; peor aún, duerme quien se acostumbra a lo malo y se habitúa a que las cosas pasen sin más.
3.- Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha.
La paciencia de Dios es nuestra salvación dice San Pedro (2Pe. 2,15) Una manera fácil de resolver el problema era arrancar de raíz la cizaña una vez que apareció. Quizá en algunas circunstancias es la mejor opción. Lo malo hay que eliminarlo desde el comienzo, de ese modo nos ahorramos muchos dolores de cabeza y evitamos males peores. Si dejamos que la maldad crezca nos exponemos a perderlo todo. No obstante, en la parábola el amo permite que el trigo y la cizaña crezcan juntos por temor a que por eliminar la cizaña sea eliminado también el trigo. La idea de la parábola es hacer ver que, en nuestro caso, la maldad y la bondad habitan en el mismo corazón. Solo Dios es totalmente bueno y de Él no se puede esperar nada malo y solo del demonio no se puede esperar nada bueno. Pero en el corazón del hombre la cizaña y el trigo crecen juntos. Al final prevalecerá aquello que yo he alimentado más. Además, si es verdad que, en la vida real, el trigo nunca se podrá convertir en cizaña y viceversa, también es cierto que en nuestro caso siempre existe la posibilidad del arrepentimiento y es eso lo que Dios espera, nuestra conversión. Dios nos tiene paciencia y espera a que la cizaña con la influencia del trigo cambie. Aunque con frecuencia pareciera que ocurre lo contrario, es decir, la cizaña pareciera envolver al trigo y contaminarlo. He ahí nuestro reto como trigo.
4.- Hasta la siega.
Por los frutos nos conocerán (Mt. 7,20) Al final del camino lo que nos definirá si somos cizaña o trigo será el fruto que produzcamos. A lo largo de nuestra vida la cizaña y el trigo se pueden confundir, pero lo cierto es que la cizaña jamás dará trigo. Es por eso que el amo decide esperar el momento de la siega. Ahí ya no habrá posibilidad de confundir una cosa con la otra. El cristiano podrá llevar una vida de mera apariencia; podrá ser un lobo revestido con piel de oveja, pero de seguro cuando llegue el momento del juicio divino no habrá más posibilidad que descubrirse tal y como es en verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario