miércoles, 30 de septiembre de 2020

Un cura sufre de Corona Virus

Me contagié de Covid-19

Este es el primero de varios artículos en los que deseo compartir mi experiencia. Una experiencia que no desearía repetir jamás y que desearía nadie sufriese. Me contagié de Covid-19. No sé dónde ni cómo. Lo cierto es que nadie está exento de ser contagiado y por los vientos que soplan serán muchos quienes en los próximos meses contraigan la enfermedad. No todos la padecen del mismo modo. Hay quienes incluso ni síntoma tendrán, pero otros en cambio parecen ser objeto de ensañamiento de esta terrible pandemia. Espero ayudar con mi experiencia a quienes lean estas líneas.

En lo personal siempre estuve consciente del peligro que encierra contraer el covid-19 y traté de cuidarme de no ser contagiado y menos contagiar a otros. Así que en cuanto tuve los primeros síntomas fui a que me pusieran un tratamiento. Parece que no fue suficiente…, me fui deteriorando hasta que un doctor amigo me aconsejó hospitalizarme.

Para ese momento no estaba consciente de la magnitud del problema que me aquejaba. En un principio rechacé la idea de hospitalizarme, pero el sentido común y los buenos oficios de este médico, una amiga y mi hermana me convencieron de su conveniencia.

A Dios gracias, a principio de año conseguí un seguro médico que cubría una buena cantidad de dinero. Así que, motivado más por mi asesor de seguro (otro parroquiano) que por convicción propia, hice el sacrificio y lo compré. Sin eso hubiera sido cuesta arriba poder recluirme en una clínica. A veces son esos sacrificios los que nos salvan la vida. Es curioso que mucho se gasta en tonterías y que valoramos poco lo que podría en verdad ayudar. Cuando se trata de la salud propia o de los nuestros no debemos escatimar en gastos.

Con esta enfermedad no existe nada escrito. Rompe los esquemas de lo que hasta ahora se ha vivido. Cuando nos hospitalizan siempre se permite uno o dos acompañantes. El enfermo en su estado siempre requiere de la compañía de alguien que le ayude. Hasta psicológicamente es importante contar con la cercanía de alguien.

Pues bien, el covid-19 ni siquiera eso nos permite. Esa noche me despedí y quienes estaban ahí lo hicieron con la nostalgia de la incertidumbre de no saber si nos volveríamos a ver ya que desde el comienzo se nos dijo que estaría aislado. 

Muchos han sido los que ese ha sido su último encuentro. Cuantas cosas quedan por decir a quienes se alejan o a quienes dejamos en ese momento.

Agradezco a Dios que hoy se cuente con teléfonos celulares. Eso me mantenía comunicado con el mundo exterior. Podía escribir mensajes cortos y mantener informados a familiares y amigos.

Me fui deteriorando al punto de casi no poder hablar; se me dificultaba respirar normal por lo cual me pusieron oxígeno. Esa misma noche empezó el tratamiento endovenoso. Consistía principalmente en un retroviral cuyo precio me enteré después oscilaba entre los 200 a 400 dólares.

Por iniciativa de mis parroquianos se hizo un flyer solicitando ayuda económica, pues de otra manera difícilmente se hubiera podido conseguir.

Una gran amiga que es médico prestó las dos primeras, el resto se donaron o se compraron con el dinero recaudado. Lo cierto fue que, en poco tiempo ya se tenía todo el tratamiento.

Bendigo a todos mis bienhechores por su generosidad. Creo que a partir de ese flyer muchos se enteraron de lo que me estaba pasando y empezó una cadena de oración por mi pronta recuperación.

Mi familia y el resto de mis amigos se activaron y fueron muchas las manifestaciones de cariño a través de los mensajes que recibía por el celular. En medio de mi gravedad ya Dios se estaba manifestando a través de ustedes.


Oración

Señor, Tú eres el médico de los cuerpos y de las almas. Te ruego por quienes son o serán contagiados de covid-19. Sé su consuelo en esos momentos de angustia; sé su apoyo en su tribulación y sé el bálsamo que alivie su respiración. Permite que te descubran en su dolor y ya que Tú sufriste más por nosotros ayúdanos a unir nuestros sufrimientos al tuyo de modo que podamos contribuir en algo a la redención que solo Tú has llevado a cabo.

Amén.

Pbro. David Trujillo

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