miércoles, 11 de noviembre de 2020

Fratelli Tutti: Un grito de esperanza del Papa Francisco para todo el mundo

Cuando escuché hablar de esta encíclica pensé que se podría clasificar dentro de la Doctrina Social de la Iglesia. De hecho, habla de Fraternidad y Amistad Social. Ahora que la he leído veo que, por su contenido y estilo trasciende las encíclicas sociales a las que estamos acostumbrados. No obstante, aborda con profundidad los grandes temas que ellas tocaron en su tiempo, tales como: el trabajo, el salario, las diferencias existentes entre ricos y pobres…; por otro lado, pensé que de seguro hablaría de ecología ya que el Papa Francisco se ha caracterizado por ser “un Papa Verde”. No en vano lleva el nombre del Poverello de Asís que es el patrón de la ecología. Además, la encíclica se firma precisamente en la ciudad de Asís en vísperas de la fiesta del santo. Sin embargo, pocas veces utiliza la palabra ecología, aunque continuamente aborda el tema ecológico con maestría y hace continuamente referencias a la primera de sus encíclicas Laudato Si. En definitiva esta es una carta encíclica que, al igual que el escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas. (Mt. 13, 51ss)

Esta Carta Encíclica nos ofrece un paseo guiado por temas que hoy afectan a la humanidad y nos invita a todos los hombres sin distinción de ningún tipo a mirar juntos hacia el mismo sentido y a descubrir realidades diversas pero complementarias. El Papa quiere no solo que nos conozcamos, sino además que nos “reconozcamos” como hermanos. Esa dimensión universal que San Francisco le daba a sus mensajes lo asume el Papa en su lenguaje. Para el Santo de Asís, hermano era no solo nuestro semejante y los animales, sino que incluso los seres sin vida orgánica como el sol y la luna participaban de su fraternidad.

A lo largo del texto va desarrollando sus ideas teniendo de trasfondo la parábola del Buen Samaritano (Lc.10,25) en la que nos recuerda acertadamente que la meta no es tanto que yo reconozca en el otro a mi prójimo, sino que el otro encuentre en mí a su prójimo. Es decir que, prescindiendo de categorías y distinciones humanas, podamos nosotros salir al encuentro de quien necesita ser atendido o socorrido; que pueda apartar al menos parte de mi tiempo para encontrarme con la realidad del otro. De ahí que se recalque la cultura del encuentro. La fraternidad es el camino que nos propone el Papa Francisco para transitar por esta vida de modo constructivo; para realizarnos como personas. Nos invita a caminar ligeros de equipajes; a pensar menos en nuestras propias necesidades y más en las de los que nos acompañan o con quienes nos topamos en nuestro diario caminar. Quiere el Papa que “salgamos” (continuamente nos está hablando de una Iglesia en salida) de nuestra zona de confort para que, reconociendo al otro podamos construir un mundo mejor. Nos invita a toda la humanidad a ser parte de este hermoso sueño.

Son tan variados y complicados los problemas mundiales que nos envuelven que a veces perdemos la perspectiva y la objetividad. Nos encerramos de modo egoísta en nuestros pequeños grupos o en nuestros mismos de modo que obviamos lo esencial o lo que verdaderamente es importante. Esta encíclica es un canto a la esperanza; un grito que debe interpelar nuestras conciencias aletargadas.

Quiera Dios y su santísima Madre nos ayuden a despertar y a reavivar el amor por los otros y por lo “otro”.


Pbro. David Trujillo