miércoles, 29 de mayo de 2019

"El sentido del sufrimiento cristiano"



Hace mucho tiempo un afamado entomólogo (científico que estudia a los insectos), hizo un gran hallazgo, encontró una crisálida única en su especie. Se trataba de una mariposa que se pensaba extinta. Así que, con sumo cuidado la llevó a su laboratorio y cuidó de ella. Era un insecto de extraña hermosura; por los estudios realizados, se sabía que tenía colores vivos que, cual arco iris en el firmamento, adornaban sus alas. Era de un tamaño poco común y de una belleza sinigual. Sucedió que el momento tan esperado por nuestro amigo había llegado, después de tanto tiempo de trabajos y sacrificios, después de haber vivido paso a paso las etapas de formación de aquel espécimen tan raro, la crisálida en cuestión ya estaba a punto de transformarse en mariposa.


El insecto empezó a salir con suma dificultad de la envoltura que le cubría. El científico al ver con impaciencia lo mucho que sufría el insecto y, ante el dolor que experimentaba, decidió hacer por su cuenta lo que la naturaleza ya había previsto, así que tomó un bisturí y cortó, con sumo cuidado, el capullo que envolvía al insecto. ¡Grave error cometió! Ante sus ojos aparecía un pequeño monstruo, una aberración de la naturaleza. Pero, ¿dónde estuvo el fallo? se preguntaba atónito ante lo que veían sus ojos. La respuesta era que aquellos colores que al insecto adornaban, se desarrollaban precisamente por el esfuerzo que hacía al salir de su capullo. Era eso y no otra cosa, lo que hacía de aquel insecto un ser fuera de lo común.


Todos los hombres somos como esa oruga, la vida nos presenta obstáculos y está llena de muchos sacrificios, pero son ellos los que nos permiten desarrollarnos y crecer como personas. El trabajo y los problemas son el mecanismo para activar en nosotros el deseo de superación y hacer de nuestra vida un continuo reto, cuya meta no puede ser otra que el triunfo. Si se nos dispensa del trabajo y las obligaciones que sólo nosotros tenemos que realizar, estaremos creando de nuestras personas "pequeños monstruos", parásitos de la sociedad que jamás aprenderán a vivir por sus propios medios. Hemos de aprender a encontrar en nuestros sufrimientos y problemas las herramientas que nos ayuden a crecer. Desde el evangelio bien podríamos sintetizarlo en la invitación que nos hace Jesucristo de cargar con nuestra cruz de cada día. No es fácil, pero con Él a nuestro lado todo es posible.


Ante las graves dificultades por las que estamos pasando en Venezuela, se reclama de todos sus hijos el dar lo mejor que tenemos. Sacar de nuestro interior la mejor versión de nosotros mismos. Elevarnos en vilo por encima de nuestras miserias y demostrar al mundo que sí somos capaces de superar las dificultades y aprender de ellas. Desde nuestra fe cristiana hemos de entender que todo pasa por alguna razón y que de todo cuanto acontece podemos sacar una lección de vida.


Pbro. David Miguel Trujillo U.

martes, 21 de mayo de 2019



Una Venezuela NUEVA Y LIBRE






En medio de la adversidad de este hermoso país, los sueños al igual que la esperanza, no se pueden perder, por eso, yo tengo un sueño y quisiera que soñaran conmigo:


Sueño con una Venezuela NUEVA Y LIBRE en la que podamos crecer y progresar con nuestro esfuerzo personal sin tener que quitarle al otro lo que al otro tanto le ha costado conseguir.

Sueño con ver a una Venezuela unida dispuesta a enfrentar como un solo hombre las contrariedades que se le presenten y a levantarse cada vez más alto de su postración. Lo hicimos en el pasado y lo podemos hacer ahora.

Sueño con una Venezuela grande, que muestre al mundo la grandeza de su gente. Que donde quiera que viajemos nos sintamos orgullosos de nuestro gentilicio y seamos reconocidos por quienes nos reciban.

Sueño con ver el momento en que regresen nuestros seres queridos, esos que han partido en busca de un mejor futuro y que extrañan el país en el que nacieron, porque en todo el mundo no hay otro igual.

Sueño con que se haga justicia y deje de reinar la impunidad contra quienes han expoliado la patria de Bolívar, robándonos a la gran mayoría nuestras ilusiones y nuestros sueños.

Sueño una Venezuela libre de las ataduras y de la opresión de la maldad; una Venezuela libre del odio y el resentimiento, colmada de amor y posibilidades. Sueño con que aprendamos la lección y que situaciones como estas no vuelvan a pasar jamás.


Sueño con una Venezuela cuyos hijos aprendan la lección y cambiemos nuestra manera equivocada de pensar, la misma que nos ha conducido a este debacle; con una Venezuela que se levante en vilo y muestre al mundo de qué material estamos hechos los venezolanos. Soñemos juntos y hagamos que este sueño se haga realidad.


Deseo alzar mi voz y decirle a quien ama de verdad esta tierra, que ya es tiempo de unirnos. Lo que importa es Venezuela y por ella todos debemos sacrificarnos. Venezuela reclama de sus hijos lo mejor que tienen.

Señora y madre nuestra, Virgen de Coromoto, no nos abandones en esta hora de prueba. Haznos sentir tu presencia maternal. Confiamos en que tu inmaculado corazón triunfará sobre el poder del maligno. Que este pueblo colocado bajo tu patrocinio se levante glorioso e impere en nuestra patria la divina justicia desde ahora y para siempre.

 Amén.


Pbro. David Trujillo