Viernes Santo, segundo día del Triduo Pascual. Jesús cargó sobre él todos nuestros crímenes y fue crucificado.
Un día como hoy, ocurrió uno de los sucesos más extraordinarios en la historia, uno de los misterios más significativos y profundos que ha tratado de comprender el ser humano: Un día como hoy, Dios murió por ti, por mí, por todos, a causa de nuestros pecados.
La palabra de Dios se encarnó y luego de haber vivido una vida pública ejemplar, de enseñarnos cómo relacionarnos con el Padre y cómo llegar al cielo; después de que sanó a muchos enfermos y de resucitar muertos, Jesús, el Dios verdadero, fue crucificado.
Hoy lo seguimos matando. Matamos a Dios cada vez que de nuestra vida lo sacamos, cada vez que atentamos contra nuestro hermano, cada vez que somos egoístas y optamos por el pecado.
Dejemos de despreciar su amor, no sigamos haciéndole daño, agradezcamos la vida que nos ha dado y reconozcamos su presencia en cada persona que nos rodea, especialmente en el necesitado. Así desagraviaremos un poco su corazón herido por nuestras faltas; obedezcamos y sirvámosle sin reproches, sin negarlo, sin dudarlo, sin alejarnos, abrazando en familia la cruz que nos ha tocado.
Texto: Christiam Alvarez
Diseño: Marcell Campos
Pastoral de Comunicaciones Parroquia La Resurrección del Señor